por Catalina Donoso
Comentario de la película

Colette es un film potente, cautivador seductor y a la vez visualmente precioso de disfrutar. Un drama romántico y biográfico que nos transporta a los momentos épicos cuando la mujer comienza a empoderarse y a marcar historia. Nuestra protagonista Colette cansada de la opresión social masculina de la época, comienza a despertar en si una sed por comprender quien es ella como persona, valorando su tremendo talento y potencial como escritora, ropera toda las cadenas y leyes sociales de la era para ser dueña de su propia vida y forjar así su propio destino.

Un film precioso de ver con un excelente vestuario y ambientación de la época de finales de los 1892 a principios del 1900, su mágica música envolverá toda la película haciendo de este film una gozada de ver. Moderna y empoderada será las vivencias de Colette quien será una vanguardista para esos años. La interpretación de Keira Knightley y Dominic West son extraordinarias llegando amar y odiar a los personajes. Un film totalmente recomendable.
Nota 



Trailer
Sinopsis

Wash Westmoreland (Siempre Alice) dirige este biopic sobre Colette, con un guión que ha co-escrito junto a Richard Glatzer (La última aventura de Robin Hood). La actriz Keira Knightley (El cascanueces y los cuatro reinos) da vida a la artista francesa. Completan el reparto Dominic West (Tomb Raider), Eleanor Tomlinson (La reina blanca) y Fiona Shaw (Killing Eve).
Sobre Colette
Sidonie-Gabrielle Colette (Saint-Sauveur-en-Puisaye, 28 de enero de 1873 – París, 3 de agosto de 1954), más conocida como Colette, fue una novelista, periodista, guionista, libretista y artista de revistas y cabaré francesa. Adquirió celebridad internacional por su novela Gigi, de 1944, que fue llevada al cine por Vincente Minnelli en 1958. Siendo miembro de la Academia Goncourt desde 1945, llegó a presidirla entre 1949 y 1954. Fue condecorada con la Legión de Honor.
Fue el último vástago de los cuatro que llegó a tener el matrimonio formado por Sidonie Landoy, más conocida como «Sido», apelativo que también heredará, y el capitán Jules-Joseph Colette, un militar de Argelia que perdió una pierna en la batalla de Melegnano: los retrató en Sido, de 1930. Colette disfrutó de una educación laica y una infancia feliz en la pequeña villa de Borgoña (Bourgogne), de la que sacó un gran amor a la naturaleza vegetal y animal y al ejercicio físico.
Siendo aún adolescente, conoció al escritor y libertino Henry Gauthier-Villars, apodado «Willy», quince años mayor que ella, pese a lo cual se casó con él el 15 de mayo de 1893 en Châtillon-Coligny. Willy, autor de novelas populares e individuo mundano y vividor, explotaba como «escritores fantasma» a varios colaboradores cuyas obras firmaba y fue el primero en descubrir las facultades como escritora de su esposa, a quien animó a redactar obras que luego él firmaba sin escrúpulo alguno. Estas novelas constituyeron la serie de las Claudine (1900-1903), formada por los recuerdos de la época escolar y juventud de Colette, que sería famosa.
Indignada por las infidelidades de su marido (Willy fue amante de Marie Lousie Servat, «Germaine», esposa de Émile Courtetcon la que tuvo un hijo, Jacques Henry Guthier-Villars), y desesperada por verse constreñida al papel de esposa escarnecida y burlada, Colette fue liberándose poco a poco de su tutela; animada por Georges Wagne, se dedicó a satisfacer sus ambiciones teatrales dedicándose a actuar en espectáculos de music-hall. Lo reflejará en La vagabunda, 1910. Fueron estos años de escándalo y liberación moral en los que descubrió su bisexualidad, pues tuvo aventuras con varias mujeres. Incluso sostuvo un trío con una de las amantes de su esposo, Georgie Raoul-Duval, de soltera Urquhart, de forma que asistieron al festival de Bayreuth juntos en 1901; Colette vertió esta historia, con leves retoques, en Claudine en ménage.
En 1906 se divorció al fin de «Willy», a quien no importaban sus aventuras con mujeres, sino solo con los hombres, y durante los años sucesivos fue afianzándose como escritora, ayudada por los consejos que recibió del novelista Georges Simenon: precisión en las palabras que describen la belleza de la naturaleza, gran poder de observación, fino análisis de la conducta de los animales y una gran voluptuosidad y sensualidad expresadas con estilo igualmente fresco y libre. Tuvo otras amantes notorias, como la rica heredera norteamericana Natalie Clifford Barney, o Sophie de Morny, marquesa de Belboeuf, más conocida como «Mitzi», «Missy» o «tío Max». También tuvo algunas amigas: las escritoras Helène Picard, que fue su secretaria, y Marguerite Moreno, esposa de Marcel Schwob. Entre los hombres, por supuesto, los escritores Jean Cocteau y Paul Valéry, pero le fue imposible estrechar una amistad con André Gide: eran como agua y aceite.
Vindicar los derechos de la carne sobre el espíritu y los de la mujer sobre el hombre es el eje constituyente de su obra, aún no reconocida por la crítica literaria tan machista, a pesar de haber recibido grandes honores y reconocimientos estando aún viva. Siempre con una agitada vida sentimental, Colette conoció a Henry de Jouvenel, un periodista redactor jefe de Le Matin con el que se casará en 1911 y tendrá a su única hija, que llamará en provenzal Bel-Gazou.
Colette colaborará en el periódico de su esposo, Le Matin, con diversos artículos y reportajes (hasta la Gran Guerra en Contes des mille et une matins). Pero se divorciará en 1923, no sin convertirse escandalosamente, en amante de su hijastro Bertrand de Jouvenel, de diecisiete, iniciándole además en la escritura. Esta experiencia, ya con cuarenta años, le servirá a Colette para desarrollar los temas y situaciones de dos de sus más famosas novelas, Chéri y Le Blé en herbe.
Colette colaboró con el compositor Maurice Ravel entre 1919 y 1925 para hacer la fantasía lírica L’Enfant et les Sortilèges. Por su parte, Léopold Marchand colaboró con Colette en las adaptaciones teatrales de Chéri y La vagabunda (en 1921 y 1923, respectivamente); su mujer, una judía polaca, también amiga de Colette, cuando perdió a toda su familia en la II Guerra Mundial se hundió en la desesperación y se suicidó.
De 1933 a 1936 asumió la crítica teatral en el periódico Le Journal sucediendo a Catulle Mendès y G. de Pavlowski, y durante cinco años asistió a ensayos generales cuatro o cinco días a la semana, cultivando la crítica impresionista que llena los cuatro volúmenes de La jungla negra, lo que hizo decrecer su producción narrativa. En 1936 apareció Mis aprendizajes, que narraba la vida de Colette en la época de las Claudines, y en 1937 publicó su primer volumen de relatos, Bella Vista, al que siguieron otros tres libros destacados: Cuarto de hotel, El quepis y Gigi (1944). Ya en el cenit de su talento y su gloria se instaló en un apartamento cerca del Palais-Royal en el que vivirá hasta su muerte, haciendo escapadas de dos meses en verano a Saint-Tropez, o a viajes esporádicos a Nueva York, Berlín, a España, a Gibraltar, a los fiordos noruegos en el yate «Eros» de Henri de Rothschild o a Montecarlo.
Un amigo de antaño, que había conocido en 1925, el periodista de origen judío Maurice Goudeket (1889-1977), será su tercer y último marido, desde 1935. Goudeket, después de haber pasado por el campo de concentración de Compiègne (1941-1944), del que Colette no pudo lograr sacarlo, la ayudará al final a soportar una terrible artritis de cadera que la relegó a una silla de ruedas a partir sobre todo de 1944. En 1945 fue elegida miembro de la Academia Goncourt. En 1948 Goudeket empezó a imprimir sus Obras completas, que venía recogiendo desde hacía tres años, y se extendió su fama fuera de Francia; su libro Junto a Colette, de 1956, dará abundantes y desordenadas noticias de ella. Pese a su escandalosa vida, y habiéndosele negado un funeral católico por su condición de atea, la República Francesa le hizo unos funerales de estado, de forma que ha sido la única escritora francesa que ha gozado de tal honor. Está enterrada en el cementerio del Père Lachaise (París)

