
por Catalina Donoso
La empleada, basada en la novela The Housemaid de Freida McFadden, es un thriller psicológico que desvela el lado más oscuro del matrimonio y de las relaciones de poder, dejando en claro que nada es lo que parece y que la vida perfecta, cercana a un cuento de hadas, puede ocultar una realidad profundamente perturbadora. La película está dirigida por Paul Feig y protagonizada por Sydney Sweeney, Amanda Seyfried y Brandon Sklenar, con interpretaciones marcadas por la contención y la ambigüedad emocional.
Desde lo narrativo, el film construye su tensión de manera progresiva, apoyándose más en los silencios, las miradas y las rutinas domésticas que en giros explícitos. Lo más interesante es cómo expone que, muchas veces, por los hijos, muchas mujeres sostienen una fachada ante la sociedad, ocultando la verdadera naturaleza de la relación de pareja. La historia retrata ese sufrimiento silencioso, esa agonía cotidiana que se normaliza y que rara vez parece ofrecer una escapatoria clara.
Aunque por momentos puede parecer superficial en su forma, La empleada posee un trasfondo mucho más complejo. El thriller funciona aquí como un dispositivo para reflexionar sobre el control, el miedo y los silencios impuestos dentro del espacio íntimo. Es precisamente en esa tensión constante entre apariencia y realidad donde la película encuentra su mayor fuerza.
