
por Catalina Donoso
El otro día fui a ver HIM: El elegido sin saber mucho de la película, pero con una certeza: detrás estaba Jordan Peele, productor y director que marcó un antes y un después en el cine de terror contemporáneo. Peele sorprendió al mundo con Get Out (2017), cinta que le valió el Óscar a Mejor Guion Original en 2018, además de múltiples nominaciones ese mismo año. Más tarde dirigió Us (2019) y Nope (2022), consolidando su estilo de horror psicológico y social. También participó en la legendaria serie La dimensión desconocida, un clásico cargado de enigmas y mensajes ocultos. Con semejantes antecedentes, algo inquietante se venía en esta nueva producción.
La historia de HIM: sacrificio y ambición

Cam (Tyriq Withers) es una joven promesa del fútbol americano y el número uno de su college, lo que le vale ser seleccionado por Isaiah White para la oportunidad de entrenar con el legendario equipo de las grandes ligas, Salvation. Sin embargo, un accidente en la cabeza pone en riesgo tanto su participación en el entrenamiento como su futura carrera profesional. Este detalle no es menor: la película utiliza este hecho para mostrar la importancia de darlo todo por lo que sueñas, y hasta qué punto alguien puede estar dispuesto a arriesgar incluso su salud física con tal de alcanzar el éxito total.
Lo que comienza como un sueño de superación pronto se transforma en un desafío extremo, donde entrenamientos exigentes y pruebas psicológicas llevan a Cam —y al espectador— al límite, convirtiendo la historia en un thriller psicológico que explora la obsesión por la excelencia y la ambición desmedida.
Un punto alto de la película es el impactante giro actoral de Marlon Wayans (53 años), quien nos tenía acostumbrados a la comedia y a ser la cara de películas como ¿Y dónde están las rubias?. Aquí se transforma en un villano implacable, cuya presencia no deja respirar al espectador. Junto a Tyriq Withers (27 años), ambos presentan un físico impresionante, que sorprende incluso considerando la diferencia de edad. Este contraste físico y la intensidad de su entrenamiento reflejan que la batalla no es solo por ser el próximo líder del equipo, sino también por la fama, la juventud eterna y todo lo que esta conlleva, añadiendo otra capa de tensión y simbolismo al thriller.
HIM: símbolos, rituales y poder
Más allá del relato deportivo, HIM está repleta de metáforas religiosas, rituales y sectarias. El título de la película, HIM, no solo significa “ÉL”, en referencia a una figura mesiánica, sino que también puede interpretarse como Hidden Illuminated Master, el maestro oculto e iluminado que guía y domina a los demás. La numerología refuerza esta simbología: HIM suma al número 3, cargado de connotaciones trinitarias y espirituales, mientras que la letra M, correspondiente al 13, remite a lo prohibido y transformador.
El sueño de Cam por convertirse en el GOAT (Greatest Of All Time, la cabra) se despliega en dos niveles: por un lado, representa la gloria suprema en el deporte; por otro, evoca al Baphomet y a la cabra como símbolo de sacrificio y poder oscuro. Aquellos que fracasan en esta búsqueda tienen un destino desolador: se convierten en mascotas, una clara metáfora de deshumanización y sumisión total ante el culto del líder.
El ritual final intensifica toda esta simbología. Cam se encuentra frente a un escenario casi ceremonial: bajo sus pies, un círculo con una estrella invertida y un símbolo del infinito, mientras frente a él, líderes con máscaras animales y un ser con cuernos lo observan, rodeado de nubes blancas, y mujeres con rostros cubiertos completan la escena. Sobre una mesa reposan un libro, un contrato que se le invita a firmar y una cabeza de cerdo, símbolos claros de poder, sometimiento y sacrificio ritual. Todo el escenario parece un campo de fútbol transformado en altar, uniendo la pasión deportiva con la oscuridad de un culto secreto y reforzando la idea de que la ambición extrema siempre tiene un costo.
Enfrentamiento final: ¿qué precio pagarías por ser GOAT?

En una de las escenas más impactantes, Cam y Isaiah White (cuyo nombre significa “Dios es salvación”, un guiño irónico considerando su rol) se enfrentan en un duelo decisivo. White le revela que lleva en su sangre a todos los jugadores anteriores gracias a transfusiones, lo que lo hace “inmortal” y símbolo del poder acumulado de generaciones pasadas. Ahora que ambos están en igualdad de condiciones físicas y mentales, deben decidir quién se queda con el puesto de GOAT. White advierte que el perdedor será degradado a mascota, reafirmando la ley del culto: gloria o sumisión.
La película parece avalizar la ambición extrema, la búsqueda de poder y la codicia, mostrando que todo lo que un ser humano ansía —éxito, fama, riqueza— puede alcanzarse si está dispuesto a sacrificarlo todo. Sin embargo, en mi reflexión, creo que la verdadera grandeza y libertad del ser humano reside en el libre albedrío: la capacidad de elegir entre el bien y el mal, la razón sobre la avaricia, la ética sobre la ambición desmedida. Esa es la línea que nos distingue de los animales y da sentido a nuestras acciones, y Cam, en su desafío, nos invita a reflexionar sobre hasta dónde estamos dispuestos a llegar y qué estamos dispuestos a sacrificar por lo que soñamos.
Experiencia visual y sonora
A nivel técnico, la película destaca por su cámara impecable, fotografía opresiva y banda sonora estremecedora, que potencian la tensión psicológica y la sensación de peligro constante. Cada escena está diseñada para mantener al espectador al borde del asiento, mezclando el deporte con un ritual oscuro y simbólico, que convierte a HIM en mucho más que un simple thriller: es una experiencia que invita a la reflexión sobre la ambición, el poder y la condición humana.
Conclusión
HIM: El elegido es una película inquietante, intensa y cargada de simbolismo. No es apta para todo público, pero para aquellos dispuestos a cruzar el umbral de lo desconocido, se revela como un viaje psicológico, filosófico y estéticamente impecable, donde cada símbolo, cada decisión y cada enfrentamiento habla de los límites de la ambición humana y de la importancia del libre albedrío como verdadera medida de grandeza.
