
por Catalina Donoso
El día llegó y el momento más esperado por los katycats estaba aquí: ¡Katy Perry en Santiago de Chile! La mariposa primero se posó sobre la gran bandera nacional en el Estadio Nacional y luego voló hasta llegar al Bicentenario de La Florida, donde se vivió uno de los conciertos más mágicos del año.
Katy Perry trajo su gira The Lifetimes Tour a Chile y el desfile de fans fue un espectáculo en sí mismo: outfits increíblemente bellos y dedicados. Vi desde California Gurls, personajes futuristas, chicas y chicos vestidos de caramelos lollipop, hasta entrañables recreaciones de Kathy Beth Perry del icónico video Last Friday Night. Sin duda, fue una verdadera fiesta que reunió a miles de fans en una convención única del fandom de Katy Perry.
El concierto comenzó con gran expectativa. La cuenta regresiva, las luces y la voz en off nos sumergieron en un escenario que cubría todo el estadio, con una plataforma que cruzaba la cancha. Pantallas quebradas y videos al estilo de videojuego nos llevaron directo a una especie de matrix, donde la diosa del pop emergió con sus siglas KP143. Dentro de un círculo iluminado en rojo y azul, Katy apareció con un look galáctico y una energía desbordante. El público ya estaba alucinando con la música, los efectos y la potencia de un show de nivel mundial.

El espectáculo fue muy estilo Las Vegas, con un despliegue técnico de primera y una magnitud poco común en Chile. Katy estuvo acompañada de un ejército de bailarines que coreografiaban cada canción y una banda con dos guitarristas mujeres que aportaban una fuerza increíble. Cada canción tenía su propia temática y vestuarios cósmicos impresionantes.
A los 20 minutos, Katy hizo una pausa y apareció con unas alas de mariposa con los colores de la bandera de Chile. Se veía radiante, con un cuerpo tonificado y lleno de energía. Aunque bromeó diciendo “ya tengo 40 años”, estaba más hermosa que nunca. Sus palabras tocaron profundamente a los fans: confesó que le habían dicho que era muy caro y difícil llevar su show a Sudamérica por la logística, pero insistió porque creía en sus fans de la región. Aseguró que merecíamos un concierto con la misma calidad que en cualquier parte del mundo, y que nos traería canciones únicas, porque habíamos estado siempre ahí apoyándola.
Dijo que nos quería mucho, que agradecía que lucháramos por ella cuando no podía hacerlo y nos regaló una frase épica que llegó directo al corazón: “I see you”. Más que “te veo”, fue un “sé que estás ahí, creo en ti”. Nos invitó a perseguir nuestros sueños, a nunca rendirnos y a perseverar hasta el fin. Habló en un inglés pausado y reflexivo para que todos entendieran, mezclando algunas frases en español para conectar aún más con el público, compuesto mayoritariamente por chilenos, además de fans de Perú y Brasil.

En el segundo bloque, cantó Woman’s World y luego desató una lluvia de hits: California Gurls, Teenage Dream, Hot N’ Cold y I Kissed a Girl. Además, invitó al público a votar con un código QR por su canción favorita de Smile. Subió al escenario a dos fans: un chico de Brasil y otro chileno de 14 años llamado Santiago a lo que jugo con las fraces saluden a Santiago de Santiago, el chico llevaba un gorro de champiñón que le habia hecho su abuela Jimena, y ella le dijo ahora yo soy tu tia Katy y lo abrazo con mucho cariño. El joven, lleno de emoción, le agradeció y le contó que su sueño era ser actor. Katy lo animó diciendo: “Quiero verte en unos años siendo actor, tú puedes, cree en ti, tus sueños se cumplen”. Ambos cantaron junto a ella y recibieron un huevo dorado como recuerdo.
El cierre fue glorioso. Una lluvia de confeti en forma de mariposas de todos los colores y tamaños cubrió el estadio, seguida de su clásico Firework, acompañado de un show de pirotecnia que nos dejó el corazón en lo más alto.
El videojuego en vivo y tridimencional
Uno de los momentos más sorprendentes fue cuando el concierto se convirtió en un videojuego tridimensional en vivo. Los fans éramos parte de la historia y se nos invitaba a elegir nuestro destino en un mundo virtual. En el centro estaba el corazón de Katy, la energía vital para vivir, que debía recolectarse en distintos mundos cibernéticos.
Había 4 opciones:
- Laberinto: Determinación
- Cyber Circuito: Conocimiento
- Shadow Valley: Coraje
- Nirvana: Libertad
Una voz en off decía: “Elige sabiamente y recolectarás tu destino”. Con el poder de esos corazones se podía enfrentar al enemigo: Mainframe, una inteligencia artificial corrompida.
Con esta premisa, el show desplegó aún más fuerza galáctica, luces, bailes y una escenografía que cambiaba según cada canción. Katy incluso se cambió varias veces de atuendo porque también “combatía” dentro del juego. A pesar del frío —al punto de que se le veía el vapor al cantar—, nunca bajó la intensidad ni la energía.
El concierto esta lleno de simpologia, se llamó KP143. Si lo juntamos, es Katy Perry 143. El número 143 significa “I love you” (I=1, love=4, you=3), pero también, al sumar 1+4+3 obtenemos 8, un número que puede simbolizar el infinito. Y en el escenario, esa imagen del infinito apareció varias veces. Es un mensaje que va más allá del show: amor eterno, gratitud infinita y la energía de nunca rendirse.
Katy no solo vino a cantar, vino a dejar un mensaje de vida: cree en ti, lucha por tus sueños, no te rindas, tu corazón es tu energía y tu destino.
Reflexión final: la mariposa y el número 8
Katy Perry se presentó como una mariposa, y las mariposas son el símbolo perfecto de la transformación. Representan el paso de la oruga al capullo y de ahí al vuelo libre, una transición hacia una nueva forma de ser y de vivir. El concierto llevó el nombre KP143, que además de significar I love you, al sumar sus cifras nos da el número 8, un número cargado de significados en distintas culturas.
El ocho habla de poder, abundancia y éxito construido con esfuerzo, pero también de equilibrio entre lo material y lo espiritual. En la espiritualidad, se lo relaciona con los nuevos comienzos, la redención y la resurrección; en la cultura china es un número de buena suerte y prosperidad; y en la música, la octava nota marca el regreso al inicio, pero en un tono nuevo, lo que sugiere ciclos y renacer. Además, en su forma horizontal, el ocho se convierte en el símbolo del infinito, la idea de algo eterno y sin límites.
Así, la mariposa y el número ocho se unen en un mismo mensaje: siempre podemos transformarnos, renacer y comenzar de nuevo. Un recordatorio de que la vida, como la música, nos invita a repetir ciclos, pero cada vez en una versión distinta y más luminosa de nosotros mismos.
Y así, Katy Perry seguirá volando por el mundo, repartiendo alegrías y dejando huellas de amor eterno en cada corazón que la acompaña en su viaje.
