
Acabo de ver las dos versiones de Straw Dogs (Perros de paja): la original de 1971 dirigida por Sam Peckinpah y el remake de 2011 con James Marsden y Alexander Skarsgård. Ambas me dejaron reflexionando muchísimo, no solo sobre el cine, sino sobre el paso del tiempo, las relaciones humanas y cómo hemos cambiado como sociedad.
![Perros de paja [original vs. remake] : r/movies](https://external-preview.redd.it/raaGdFH_uTysZRvr_qyLw_vcRBIhJfnGLMwchKVL_60.jpg?auto=webp&s=f3b8b6f447d5c794bca303d0d34389e8a48a2ced)
Lo primero que noté es cómo ambas películas, aunque parecidas en guion y estructura, reflejan dos épocas muy distintas. En la versión del 71, Amy parece una mujer hermosa, silenciosa, educada para aceptar y no confrontar. En cambio, en la de 2011, la nueva Amy es desafiante, crítica, y espera ser protegida, sí, pero también respetada como igual. La diferencia no es solo de vestuario o música: es una diferencia cultural, moral, y hasta generacional. Me hizo pensar en mi propia familia. Mi madre creció en los años 70, una época donde muchas mujeres —como la Amy original— no se cuestionaban lo que el marido decidía. Y hoy, muchas de nosotras nos vemos más reflejadas en la Amy moderna, con relaciones donde la igualdad genera roces, desafíos… y a veces incomprensión.

Lo mismo sucede con David, el protagonista. En 1971, David es un hombre callado, contenido, que oculta su violencia… hasta que explota. En 2011, es un hombre moderno, educado, más cerebral, pero igualmente incomprendido. Ambos son subestimados. Y cuando llega el caos, nadie espera que David sea capaz de defender su casa, su integridad… ni siquiera su esposa cree en él.

El punto culminante está al final. En la película original, David se va con una sonrisa, pero ha perdido mucho. En la moderna, David ve su auto quemarse, el granero destruido, su matrimonio en cenizas… y sobrevive. Solo. Y ahí entendemos que el “macho” verdadero no es el que grita más fuerte, sino el que mantiene el control, usa su inteligencia, y no necesita destruir para imponerse.
La pregunta que me quedó rondando es: ¿quién es el verdadero hombre? ¿El que caza y grita, o el que sobrevive y piensa?
Ambas películas te dan que pensar , provocan una reflexion y no dan respuestas fáciles. Y eso es lo que las hace tan poderosas.
Actuaciones que incomodan y atrapan

Dustin Hoffman como David Sumner (1971)
Hoffman entrega una actuación que hoy se siente aún más perturbadora por su sutileza. Su David no es simpático ni emocional; es cerebral, contenido, incómodo incluso para el espectador. Hay una tensión constante en sus gestos, en su forma de caminar, en cómo evita el contacto visual. Esa contención, que parece debilidad, es en realidad el anuncio de una explosión inevitable. Cuando finalmente estalla, no vemos a un héroe: vemos a un hombre que se rompe… y sobrevive. Su actuación es poderosa por lo que no dice ni muestra.
James Marsden como David Sumner (2011)
Marsden es más empático, más moderno. Su David parece amable, educado, culto. Transmite humanidad, vulnerabilidad y un deseo genuino de evitar el conflicto. Eso hace que el contraste con el horror sea aún más fuerte. Su transformación se siente más emocional que psicológica: no solo actúa por lógica, sino porque lo han llevado al límite. Marsden logra que el espectador se identifique con él más fácilmente, y eso le da otra textura al relato.
Susan George como Amy (1971)
Susan George da una de esas interpretaciones ambiguas que dejan huella. Su Amy es provocadora, pero no vulgar. Hay una mezcla de coquetería, resentimiento y dependencia que se siente genuina. La escena de la violación es especialmente ambigua por su expresión facial: se debate entre el rechazo, el trauma y la confusión. George logra retratar una mujer de época que está atrapada entre lo que siente, lo que desea, y lo que debe hacer.
Kate Bosworth como Amy (2011)
Bosworth construye una Amy más fuerte y más directa, pero también más frustrada. Su relación con David está marcada por el desdén silencioso, la distancia emocional y una exigencia casi infantil de que él «actúe como un hombre». En su rostro se nota el conflicto entre amar a su pareja y no admirarlo. Su reacción posterior a la agresión es mucho más clara: se siente destruida, pero también culpable por haber provocado. Bosworth la vuelve más actual, más empática para el público moderno.
Del Henney (Charlie – 1971) vs. Alexander Skarsgård (Charlie – 2011)
Ambos Charlies representan una masculinidad tóxica y dominante, pero con matices distintos. Del Henney es rudo, duro, pero tiene un dejo de melancolía; su relación con Amy es casi nostálgica, como un pasado que ambos dejaron ir pero aún les pesa. En cambio, Alexander Skarsgård es el perfecto «villano encantador»: carismático, seductor, pero con una violencia latente que se asoma en cada escena. Su interpretación es inquietante porque logra que uno entienda por quéAmy aún siente algo por él… hasta que se revela su verdadera naturaleza.
Masculinidad: ¿el que grita o el que piensa?

Ambas películas nos enfrentan a una pregunta brutal: ¿qué es ser hombre? ¿El que domina, impone, caza, grita? ¿O el que se controla, razona y sobrevive?
Charlie (Del Henney en 1971, Alexander Skarsgård en 2011) representa el modelo del macho dominante. Es violento, territorial, pero también emocionalmente ambiguo. Especialmente en el remake, Skarsgård lo dota de un carisma siniestro. Comprendemos por qué Amy aún siente algo por él… hasta que se revela su verdadera naturaleza.
Frente a él, David encarna un tipo de masculinidad que parece débil, pero que al final demuestra ser la única capaz de resistir y sobrevivir. Es una masculinidad contenida, moral, que usa el pensamiento antes que el puño. Pero cuando es necesario, también sabe actuar.
La casa como símbolo
La casa en Straw Dogs no es solo un escenario. Es un símbolo.
Refugio amenazado: Representa el ideal de David: orden, civilización, estudio, control. Pero es constantemente invadida, cuestionada, atacada por el exterior violento.
Espacio masculino/doméstico: Es curioso cómo David parece más «femenino» dentro de ella: cocina, ordena, evita conflictos. El ataque a la casa es también un ataque a su rol de hombre «moderno».
Transformación: En ambas versiones, la destrucción de la casa marca la transformación de David. En 1971, es el lugar donde pierde su inocencia. En 2011, donde nace su fuerza.
La puerta como límite moral: Cuando David cierra la puerta, marca un antes y un después. Es su línea de defensa, pero también el punto de quiebre. Cuando esa puerta se rompe, él cambia para siempre.
Finales que lo dicen todo
1971: David sobrevive, pero con la mirada perdida. Su frase final, “yo tampoco sé el camino”, es devastadora. Ha ganado, pero no sabe quién es. La violencia lo ha cambiado para siempre. Su esposa lo mira con miedo, y él ya no pertenece a ningún lugar.
2011: David observa cómo su auto, su granero y su casa se queman. Todo lo que construyó arde. Y no parece importarle. Ha sobrevivido solo. Ya no necesita a Amy. Lo que lo define no es su matrimonio ni su éxito, sino haber resistido, haber vencido. Es un nuevo hombre.
Reflexión personal tras ver ambas versiones de “Straw Dogs” y cómo han resonado conmigo hoy…
Lo que más me ha llamado la atención al ver Straw Dogs —en ambas versiones— es cómo todos subestiman a David: su esposa, Charlie y su gente, el pueblo entero… incluso nosotros, los espectadores. Lo vemos educado, pacífico, respetuoso de las leyes, y lo confundimos con alguien débil o torpe. Creemos que pueden pasarlo a llevar. Pero están equivocados. Porque detrás de esa actitud contenida, hay una fiera dormida, una que no quiere salir, pero que cuando se ve obligada… no tiene límites.
Esta historia, que ha pasado por varias generaciones, incomodó en 1971 y fue reinterpretada en 2011. Hoy, en 2025, en un mundo donde la igualdad y el respeto tienen nuevas formas, quizás es más fácil ver con distancia los roles de cada época. Pero hay algo que no ha cambiado: cómo la sociedad sigue subestimando al que actúa con decencia. Al que elige la razón antes que la fuerza. Al que mantiene el control mientras todos pierden la cabeza.
Y sin embargo, es ese control lo que nos hace más fuertes. Es lo que separa a la bestia del ser humano. David no fue menos hombre por evitar la violencia. Fue más hombre por saber cuándo usarla. Y nos recuerda, como una advertencia silenciosa, que el poder real no está en gritar más fuerte… sino en resistir sin perderse.
Sin duda tienes que ver ambas películas y ver cual te gusta mas te atrapa mas y sacar tus propias conclusiones.
Donde ver las películas Perros de Paja del 71 se encuentra en youtube y la del 2011 se encuentra en MAX streaming.
