
por Catalina Donoso
En una reciente declaración, el expresidente Donald Trump anunció que, de regresar a la Casa Blanca, impondría un arancel del 10% a todos los productos importados, incluyendo contenido audiovisual extranjero. Este anuncio, que forma parte de una política de «protección industrial» estadounidense, ha generado preocupación en la industria cinematográfica mundial, donde la colaboración internacional, la circulación global de obras y el consumo transnacional de contenidos son ya una norma más que una excepción.
¿Qué implica este nuevo arancel para el cine?
La medida afectaría directamente a películas, series, documentales y otras producciones extranjeras que se consumen en plataformas estadounidenses. De aplicarse, estas producciones podrían volverse más costosas para los distribuidores en EE.UU., y en consecuencia, menos accesibles para el público.
Esto podría representar un golpe especialmente duro en un momento en que los contenidos internacionales —como los dramas coreanos, el cine español o las series europeas de crimen— gozan de gran popularidad entre las audiencias estadounidenses, gracias al auge de las plataformas de streaming.
¿Una amenaza al cine global en un mundo globalizado?
Actualmente, países como España, Canadá, Australia y varios estados del Golfo (como Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudita) ofrecen importantes beneficios fiscales y facilidades de producción para atraer rodajes internacionales. El resultado ha sido una descentralización creativa: ya no todo pasa por Hollywood. Grandes producciones se filman en lugares remotos, pero con estándares internacionales, equipos mixtos y talentos globales.
Una tarifa de este tipo podría frenar ese flujo cultural en uno de los mercados más importantes del mundo. Como advierten analistas, no se trata solo de economía, sino de cultura y diplomacia blanda.
El valor del cine extranjero para Estados Unidos

Paradójicamente, Estados Unidos ha sido uno de los países que más ha promovido y celebrado la excelencia del cine extranjero. Galardones como los Premios Oscar (con su categoría de Mejor Película Internacional), los Globos de Oroy los International Emmy Awards son muestra de una apertura hacia las narrativas del mundo.
Incluso los consumidores estadounidenses, cada vez más conectados con otros idiomas, identidades y estilos visuales, han abrazado producciones como Parasite, La casa de papel o RRR. Una medida como esta parecería contradecir esa visión cultural plural.
Impacto en la industria y en el público
Desde una perspectiva económica, esta política podría encarecer el acceso a series y películas internacionales, afectar acuerdos de coproducción, limitar la variedad en catálogos de plataformas como Netflix o Amazon Prime, y alterar decisiones de distribución. Para el consumidor, el efecto sería una menor diversidad y quizás precios más altos.
Además, podría disuadir a compañías extranjeras de invertir o expandirse en el mercado estadounidense, limitando así la competencia y la innovación.
Conclusión: un retroceso en tiempos de avance
En una era donde el cine ya no tiene fronteras y donde una película rodada en Nueva Delhi, Seúl o Madrid puede ser un fenómeno global, cerrar las puertas al contenido internacional puede significar un retroceso cultural y comercial. Si bien es comprensible que un país quiera proteger su industria, hacerlo en detrimento del intercambio y el reconocimiento mutuo podría aislar a EE.UU. en un mundo que cada vez valora más la diversidad de voces.
Por su parte la BBC publicó un artículo de cómo es filmar en el Reino Unido
¿Qué hace que una película sea estadounidense?
No quedó claro si los aranceles se aplicarían a las películas extranjeras incluidas en plataformas de streaming como Netflix, Amazon Prime Video, o Disney+, así como a las proyectadas en cines, ni cómo se calcularían.
Varias películas importantes recientes producidas por estudios estadounidenses se rodaron fuera de EE.UU., como Deadpool & Wolverine, Wicked y Gladiator II(«Gladiador II»).
Kirsty Bell, directora ejecutiva de la productora Goldfinch, cuestionó cómo funcionarían los aranceles y señaló que películas de gran éxito como Barbie, distribuida por el estudio cinematográfico estadounidense Warner Bros Pictures, «en realidad se filmó prácticamente en su totalidad en Reino Unido».
El fundador de la cadena europea de cines Vue, Timothy Richards, se preguntó cómo definiría Trump que una película es estadounidense.
«¿Por la procedencia del dinero? ¿Por el guion, el director, el talento, el lugar donde se rodó?», planteó en diálogo con la BBC.
También está la incógnita de cómo clasificar un filme como película extranjera cuando muchas son coproducciones y a menudo los rodajes son en varios países.
Richards explicó que el costo de rodar en Hollywood ha aumentado significativamente en las últimas décadas, lo que ha llevado a los cineastas a trasladar la producción a lugares que ofrecen cada vez más incentivos fiscales y costos más bajos.
«Pero no se trata solo de la financiación en sí», añadió. «Una de las razones por las que Reino Unido ha tenido tanto éxito es que contamos con algunos de los equipos de producción y cine más experimentados y calificados del mundo».
La migración de Hollywood a Reino Unido
Reino Unido ofrece incentivos fiscales a la producción cinematográfica, lo que ha generado inversiones en infraestructura y una industria multimillonaria en el país.
Películas de los grandes estudios de Hollywood se han filmado en suelo británico, como Barbie, partes de la franquicia «Misión imposible» e incluso producciones de la saga Star Wars.
De los 2.100 millones de libras (unos US$2.800 millones) gastados en rodajes de filmes en Reino Unido en 2024, 1.850 millones de libras correspondieron a películas de inversión extranjera, de acuerdo al Instituto Británico de Cine.
Eso implicó un crecimiento del 78% respecto a 2023.

El sindicato de medios británico Bectu advirtió que los aranceles podrían «asestar un golpe demoledor» a la industria y a sus decenas de miles de trabajadores autónomos, mientras se recupera de la pandemia y de una «reciente desaceleración».
La jefa del sindicato, Philippa Childs, declaró a la BBC: «El gobierno debe actuar con rapidez para defender este sector vital y apoyar a los trabajadores autónomos que lo impulsan, como una cuestión de interés económico nacional esencial».
Reino Unido afirmó estar «totalmente comprometido» con garantizar que su sector cinematográfico siga prosperando y creando empleo, y que desarrollará un plan para ello.
El gobierno de Keir Starmer dijo que, además, continúa en negociaciones con EE.UU. respecto a los aranceles en general.

La competencia de los demás países
EE.UU. sigue siendo un importante centro de producción cinematográfica a nivel mundial a pesar de los desafíos, según la firma de investigación de la industria del cine ProdPro.
Su informe anual más reciente muestra que el país registró un gasto de producción de US$14.540 millones el año pasado.
A pesar de ser una cuantiosa cifra, fue un 26% menos que en 2022.
Eric Deggans, crítico de cine de la emisora pública NPR, advirtió que los aranceles, de introducirse, podrían perjudicar aún más a la industria.
Otros países podrían responder imponiendo aranceles a las películas estadounidenses, expresó Deggans a la BBC, lo que dificultaría que estas películas obtuvieran ganancias en el extranjero.
«Esto podría crear una situación en la que los aranceles en EE.UU. causen más perjuicios que beneficios», añadió.

La Asociación Cinematográfica de EE.UU., que representa a los cinco principales estudios cinematográficos estadounidenses, no respondió de inmediato a las solicitudes de comentarios de la BBC.
Entre los países que han experimentado un aumento del gasto desde 2022 se encuentran Australia, Nueva Zelanda, Canadá y Reino Unido, según ProdPro.
Tras las declaraciones de Trump, el ministro de Asuntos Internos australiano, Tony Burke, señaló: «Nadie debe dudar de que defenderemos inequívocamente los derechos de la industria cinematográfica australiana».
La asociación Screen Producers Australia afirmó que, si bien el plan presenta muchas incógnitas, «sin duda causará conmoción mundial».
El primer ministro neozelandés, Christopher Luxon, también afirmó que su gobierno está a la espera de más detalles sobre los aranceles propuestos.
«Pero, obviamente, seremos grandes defensores de ese sector y de esa industria», declaró en rueda de prensa.
El arancel como herramienta de ajuste
Antes de su investidura, Trump nombró a tres estrellas de cine –Jon Voight, Mel Gibson y Sylvester Stallone– como embajadores especiales encargados de promover oportunidades de negocio en Hollywood, al que describió como un «lugar magnífico, pero muy conflictivo».
Trump escribió entonces: «Serán mis enviados especiales para que Hollywood, que ha perdido muchos negocios en los últimos cuatro años en el extranjero, ¡REGRESE MÁS GRANDE, MEJOR Y MÁS FUERTE QUE NUNCA!».
Desde su regreso a la Casa Blanca en enero, Trump ha impuesto aranceles a países de todo el mundo.
Argumenta que los aranceles –impuestos que se aplican a los bienes importados– impulsarán a los fabricantes estadounidenses y protegerán los empleos.

Sin embargo, como resultado, la economía mundial se ha sumido en el caos, y se espera que los precios de los bienes en todo el mundo suban.
Incluso antes de este último anuncio, la industria cinematográfica estadounidense se había visto afectada por las consecuencias de las políticas comerciales de Trump.
En abril, China anunció que reduciría su cuota de películas estadounidenses permitidas en el país.
«La acción errónea del gobierno estadounidense de abusar de los aranceles sobre China inevitablemente reducirá aún más la preferencia del público nacional por las películas estadounidenses», declaró la Administración de Cine de China.
«Seguiremos las reglas del mercado, respetaremos la decisión del público y reduciremos moderadamente la cantidad de películas estadounidenses importadas», añadió.
