
Por Catalina Donoso
En una era donde la tecnología sostiene gran parte de nuestras vidas —comunicación, transporte, información, seguridad—, una falla masiva puede desatar el caos. Y si esa falla no es un accidente, sino un ataque… ¿estamos preparados?
Eso es exactamente lo que plantea Día Cero, la nueva serie de Netflix, creada por Eric Newman, Noah Oppenheim y Michael S. Schmidt, quienes aportan su experiencia desde Narcos: México, NBC News y The New York Times para construir un drama político con tintes de thriller conspirativo, profundamente conectado con la actualidad.

Lizzy Caplan como Alex Muller.Cortesía de Netflix
La historia parte con un apagón cibernético que paraliza Estados Unidos, provocando más de 3.000 muertes y dejando al país en estado crítico. La incertidumbre, el miedo, las fake news y la manipulación social crean el ambiente perfecto para el resurgimiento de tensiones internas, amenazas externas y agendas ocultas.
La presidenta de los EE. UU., Evelyn Mitchell (Angela Bassett), toma una decisión inesperada: encargarle la investigación a un expresidente retirado, George, interpretado de forma magistral por Robert De Niro, quien también participa como productor ejecutivo. A partir de ahí, la serie se convierte en una radiografía política sin anestesia.
Una historia que nos refleja
Hace unos días viví un episodio que me dejó marcada: estando en terreno, camino a San Antonio, se produjo un apagón nacional. Sin luz, sin señal, sin control en las calles… el caos fue inmediato. Vi negocios cerrando a oscuras, semáforos fuera de servicio, gente desorientada. Fue un espejo brutal de lo que esta serie retrata.
Día Cero no solo expone una crisis política, también nos habla de la vulnerabilidad ciudadana frente a un sistema dominado por intereses oscuros, de cómo la desinformación puede usarse como arma, y de cómo la manipulación mediática puede confundir hasta a los más preparados. Nos recuerda lo alejados que a veces estamos de la verdad, y cómo algunos, abusando de la ingenuidad colectiva, buscan instaurar el miedo como forma de control.
El regreso poderoso de De Niro

Robert De Niro en Día cero.Cortesía de Netflix
Robert De Niro se luce. Su personaje, un político con pasado, contradicciones y una inteligencia aguda, se roba cada escena. Su interpretación tiene esa mezcla única de autoridad, cansancio y sentido del deber que solo un actor de su calibre puede lograr. Este rol es tan magistral que de seguro será nominado a un premio Emmy de la academia.
Y aunque Angela Bassett es una actriz tremenda, su personaje como presidenta no logra el mismo impacto —quizás porque De Niro eclipsa todo a su paso. Después de ver a James Marsden como presidente en Paradise, con un enfoque más empático y humano, me costó conectar con ella.
Junto a De Niro, destacan Jesse Plemons y Lizzy Caplan, completando un reparto sólido que le da peso a la historia.
¿Por qué verla?
Porque es actual. Porque es intensa. Porque cuestiona. Porque nos habla, como ciudadanos, del rol que jugamos —o dejamos de jugar— frente al poder, la verdad y el miedo.
En solo seis episodios, Día Cero construye una narrativa atrapante, donde el suspenso, la crítica social y la elegancia visual se combinan en una propuesta audaz, directa y necesaria.
«Cuando vi la serie —justo unos días después de un apagón nacional de horas— me pregunté: ¿quién está transmitiendo este tipo de contenido, y por qué quieren que lo veamos? Porque esto no es simple entretenimiento ni ficción. Es un awake, un llamado al despertar. El tiempo se acabó. Ya no somos instrumentos del sistema ni ciegos ante la manipulación. Es hora de accionar.»
