
Por Pedro Donoso
Hoy al inicio del Alba en Roma, el Santo Padre se no va la casa del Padre luego de su última aparición para la Bendición Urbi et Orbi. Qué maravilla llegar a comprender que la muerte es el inicio de la verdadera vida y que todo esto no ha sido sino un ensayo, un camino, una invitación!
«La muerte, es por tanto, un momento santo: el del amor perfecto, el de la entrega total, en el cual, con Cristo y en Cristo, podemos plenamente realizar la inocencia bautismal y volver a encontrar, más allá de los siglos, la vida del Paraíso» (Romano Guardini)
La mejor y más completa respuesta al problema de la muerte la encontramos en los escritos de San Pablo. Recordemos la, magnífica frase: «Al fin de los tiempos, la muerte quedará destruida para siempre, absorbida en la victoria» (I Cor.15:26).
Con el realismo que caracteriza a la Iglesia, toda la liturgia de Difuntos que celebramos hoy, ofrece a Dios sufragios por el Papa Francisco, sabiendo que todos, en mayor o menor grado, hemos ofendido a Dios, pero con la plena confianza en la infinita misericordia divina, que garantiza al final el goce de la bienaventuranza. Por ello el libro del Apocalipsis nos enseña: «Bienaventurados los que mueren en el Señor» (Ap.21:4).
Repetimos una y otra vez al orar por mi papa: «Dale Señor el descanso eterno y brille para él la Luz Perpetua». Descanso de las luchas y fatigas de esta vida; luz para siempre, sin sombras de muerte, sin tinieblas de angustias, dudas o ignorancias. La luz total de contemplar la gloria de Dios en todo su esplendor, en la consumación del amor perfecto y eterno.
«La Muerte es la compañera del amor, la que abre la puerta y nos permite llegar a Aquel que amamos». San Agustín
«La Vida se nos ha dado para buscar a Dios, la muerte para encontrarlo, la eternidad para poseerlo». San Alberto Hurtado
De la Oración Colecta de la Misa de Difuntos: «Dios, Padre Todopoderoso, apoyados en nuestra fe, que proclama la muerte y resurrección de tu Hijo, te pedimos que concedas a nuestro hermano Francisco, el.Santo Padre, que así como ha participado ya de la muerte de Cristo, llegue también a participar de la alegría de su gloriosa resurrección».
De la Oración sobre las Ofrendas: «Te ofrecemos, Señor, este sacrificio de reconciliación por nuestro hermano Francisco el Santo Padre, para que pueda encontrar como juez misericordioso a tu hijo Jesucristo, a quien por medio de la fe reconoció siempre como su Salvador».
Al Señor de la Vida Eterna, todo honor y
gloria, Amén
Descanse en Paz
Pedro
21 de abril 2025
